La Taberna del Puerto

[Chimista]

Al atardecer de un día a finales del verano del año 1984 y a la altura de Siracusa, navegaba el barco Sirocco realizando una travesía de Niza a Venecia. En un camarote especial, con sala, lo ocupaban el señor y la señora Lutin -de soltera Virginia Paltof—, en un viaje en aquella ocasión de placer, debido a la insistencia por parte de Virginia.

El señor Lutin, propietario de varias empresas en Francia, dedicadas a la fabricación de maquinaria agrícola, padecía –decían las malas lenguas, que desde siempre-, varias si no del todo dolencias, sí unas confesadas indisposiciones que además de desagradables, poco favorecían su precaria y lastimosa imagen.

Con una obesidad considerable, una carencia total de cabello, reumático y siempre pendiente de los muchos y variados medicamentos que le tenía que suministrar su adorable esposa. Medicamentos que ella siempre disponía puntualmente poniéndolos en fila y en orden regular sobre el mantel, con dedicación exquisita, a cualquier hora del día, obteniendo como respuesta aquella gruesa sonrisa, carente de atractivo alguno.

Aquella noche, después de la cena en el camarote y después de ayudar a su marido a acostarse en la muy estrecha cama, de las dos que les correspondía, le apeteció a Virginia debido al calor y así se lo dijo a su marido, que salir a respirar un poco de aire fresco a cubierta, antes de acostarse.

La noche era suave, y un cielo cubierto de pequeñas nubes, dejaban ver de vez en cuando una luna a medio abrir, con una intensidad tal, que las sombras que se formaban en cubierta, parecían tomar formas fantasmales.

A cierta distancia y desde aquella banda, Virginia se percató que en dirección contraria y a unas dos millas, se deslizaba un barco que presentaba toda la iluminación de las cubiertas. Tuvo un recuerdo rápido y por un momento acudieron a su mente, la noche de veinte años atrás con sus estrellas fugaces y se preguntó, qué sería de aquel elegante oficial a quien no pudo olvidar jamás; ni a él, ni a aquel beso, que como recuerdo imborrable de la más deliciosa sensación de placer, acompañó sus sueños durante todos aquellos años que le precedieron.

El barco, cuyo destino era el puerto de Civitavechia, lo ocupaban alegres y despreocupados turistas japoneses y norteamericanos. Su capitán, Jean Bert desde la cabina oscura, celebraba con sus oficiales su despedida en la naviera y brindaban, por lo que se suponía iba a ser un placentero retiro en la campiña Toscana, junto a su mujer Adelaida. Una mujer que le había acompañado sin pena ni gloria durante todos aquellos años, sin llorar y sin reír, sin amar y sin odiar.

Cuando Jean, avistó aquel barco a unas dos millas del suyo, y que ya comenzaba a acercarse, recordó de forma súbita aquella noche de estrellas fugaces y pensó, no sin extrañarse, que desde entonces, ya hace veinte años, no había vuelto a ver una noche tan plagada de estrellas como aquella, ni una mujer a quien hubiera besado como lo hizo a aquella, a quien nunca había olvidado.

Tomó la copa que aún tenía en su mano izquierda y alzándola, brindó por el recuerdo de aquella mujer, poniendo al mismo tiempo su mano derecha, encima del lugar donde él suponía latía su corazón.

Los dos barcos se cruzaron, dejando cada uno su estela que poco a poco se extinguió como símbolo del tiempo, como acaba el día y como termina la vida.


Epílogo:
Los barcos en la mar, tejen en sus derrotas unos delgados hilos que es el destino de quienes navegan en ellos, es el azar. Nosotros no los vemos, pero existen. Únicamente los pueden ver, los espíritus que navegan por encima de los barcos. Entre estos, unos son serios y otros, algo estrafalarios; unos chistosos, otros alegres, unos desenfadados, otros tristes y otros despistados que cuando deben poner orden y concierto o cuando mejor deben actuar, se han olvidado de aquello que es lo más importante, acertar.

Los barcos en la mar, son a veces como las casonas abandonadas en el campo; tienen corredores, pasillos y miradores largos, muy largos, y algunos no están cerrados. En las noches de tormenta o de viento desenfrenado, se abren puertas o ventanas que golpean y la luna caprichosa, se mete dentro y se forman figuras extrañas, rumores, siseos y quebrantos, que a veces a nosotros –marineros viejos y temerosos-, nos llegan a producir espanto.

Chimista

Dedicado a los Hermanos Cofrades: Mpineda, Bitxo, Jcoc, OlonnoiS, Charran, y por supuesto a Miahpaih, quienes tuvieron la amabilidad de felicitarme hace algo más de un mes, por mi cumpleaños.



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Sabio es aquel que constantemente se maravilla. (André Gide)

[mpineda]

Justo a tiempo de nuevo, doble regalo, espero ser siempre digna de tal honor, el relato y la dedicatoria, me lo imprimo y me lo llevo que me acompañe en mi camino, que mejor acompañante.

Gracias compañero.


Salut i milles


Mpineda
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Salut i milles. Mpineda

"Fui Náufrago antes que navegante."

[eolo]

muy bonito
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nemo trasferre potest plerunque habet

[Enrana]

No se que decir... Gracias de nuevo.

[jcoc]

Gracias, amigo.

No me sale nada mas...
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Un saludo,

José Carlos

[mpineda]

Ahora sí Chimista, ya me he leido las dos partes, es más te gustará saber que le he leido el relato a mi hija en la cama, antes de dormirse, y me alegro pensé que era un relato naútico y lo es, pero también de amor, y está bien, porque para ella la moraleja ha sido que nunca hay que dejar pasar lo que se ama, es una niña, y para los niños todo es sencillo, lo complicamos los adultos.

Me ha gustado tu forma elegante de definir a la mujer del capitán Jean Beart, "Una mujer que le había acompañado sin pena ni gloria durante todos aquellos años, sin llorar, sin reir, sin amar y sin odiar" (una mujer indiferente a todo hasta a ella misma), esas mujeres que intentábamos describir Cefiro y yo, y tú con tu diestra pluma, lo bordas y sin ofender, pero certero, tengo tanto que aprender aún.

Y los que más sabéis os prodigáis tan poco.

Hay una canción que viene a decir que los grandes ríos no hacen ruido al pasar y los pequeños sí, va a ser cierto y es un lástima.

Me alegra verte por aquí.

Digo que me ha gustado esa frase, por decir algo concreto en particular, me gusta en general, los personajes, los nombres, la situación, los padres, como nos transportas.

Gracias por compartir.

Salut i milles


Mpineda
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Salut i milles. Mpineda

"Fui Náufrago antes que navegante."

[Chifle]

¡Artista!

Salud y
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http://chifle.latabernadelpuerto.es
Con alguna información sobre el Cóndor 20

Semper belatores, semper victores et plus ultra

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[nihao]

que pena.nihao

[cefiro]

:gra:)Me gussstan los relatos...y me hace pensá... ¿será como dice la Lole las caricias soñadas las mejores...?y por eso las películas acababan con un beso...? y mucho despues el cruce de sus derrotas...

nihao,m.pineda,eolo chifle os persigo y siempre encuentro un tesoro...

pequeño aletazo del día 8..19 siglos los merece: en el relato ,tampoco él tiró a tiempo las boladeras y dejó ir a su gacela...
navegaron ,perro de otra manera.En los dos vandos hay quien deja vidas que se le escapan por los dedos..mientras el lento gusano de la historia se pasea,más al sur,más a zonas deprimidas,con sus usos y costumbres.Pero no te fustres m. pineda que cada uno podemos cambiar nuestro cachito.

Para mí un té moruno,los Sres lo que quieran por los que gustan de arroparse en palabras.
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la única ley verdadera es la que conduce a la libertad

[mpineda]

[quote="cefiro
nihao,m.pineda,eolo chifle os persigo y siempre encuentro un tesoro...

[/quote]

Bonito lo que lo que dices, sólo por ello me alegro de borrar a tiempo el post que había escrito dejándo provocar por Roger Rabbit, precisamente él que meses atrás me decía "No dejes que la ira te empequeñezca", será que me está poniendo a prueba".

No me frustro cefiro cariño, la vida es así, con su todo imperfecto, y mi vida no es nada desdeñable, ultimamente me gusta bastante, esta será una buena añada.

Las palabras arropan y acompañan, no lo dudes nunca, es lo único que nos queda muchas veces, otras ni eso hubo.

Salut i milles


Mpineda
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Salut i milles. Mpineda

"Fui Náufrago antes que navegante."

[Miahpaih]

Doblemente gracias Cofrade Chimista, por el relato y por la rapidez
en dejarnos leer la II parte.

Efectivamente las estelas en la Mar como en la vida, paso del tiempo y
el vaiven las borra, las estelas sin embargo quedan marcadas en nuestra
historia.

Y de una forma mas jocosa, esto les pasó por no tener movil. Si lo hubie-
sen tenido probablemente ambos se hubiesen arrojado a la Mar murien-
do en ella, abrazados y ahogados pero no por el agua sino por la falta de
aire causada en un nuevo y larguisimo beso.

Saludos
Miahpaih


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Que cada arbol aguante sus levas, voto a Brios (No sé para que? Brios nunca gana)

[santiram]

Gracias por sacarme un rato de Madrid y llevarme el olor del mar a mi ordenador.
Gracias.
Santiram.

[Odin]

Vaya, no dejes de sorprendernos Chimista
Gracias

Odin